
El responsable de este proyecto es la curiosidad y el desmontaje de acciones cotidianas, como es el “mate”, símbolo representativo de Argentina (también Uruguay y Paraguay) como ritual, como identidad y como sustento ¿como llegan los paquetes de yerba a las góndolas del supermercado? ¿Cómo es una
planta de yerba mate? ¿Quienes trabajan ahí? ubicandonos en las tarefas donde se cosecha la yerba mate, litoral argentino.
De estas preguntas es que el proyecto busca ser una ofrenda, un decir y un andar. Construir un homenaje cuerpo a tierra, desde el lenguaje escénico, a las familias tareferas que dejan cuerpo, corazón y ternura. Es el retomar desde el cuerpo y la acción, el relato de quien sabe que el costo de irse es mucho más alto que el de quedarse. Donde quedarse no es sinónimo de quietud sino de resistencia.
Este es el marco donde toma sus puntos de anclaje “cosa de poriahu” la sensibilidad, la tierra de uno y la lucha. Narra desde el cuerpo, movimiento y símbolo el viaje de la yerba mate desde la tierra hasta el mate compartido, trayendo el foco en quienes la cultivan y resisten, cuerpo transpirados al rayo del sol o tiritando de frío.
En el proyecto retoma como narrativa la vida de la tarefera Tranquilina Gonzales, personaje mítico quien nació, creció y murió entre los yerbales para representar cómo las familias y las infancias crecen en ese contexto, imaginando y creando mundos desde ahí. Una historia que nace por la misma lucha o resistencia ante situaciones injustas de dominación, la vida en la pobreza o estado de vulnerabilidad. Para luego dar lugar a otros aspectos de interés como es: el uso indebido de insecticidas y los efectos que en el cuerpo que genera; el trabajo a partir de la explotación laboral y la inestabilidad económica que eso genera.
La intención del proyecto es poner a dialogar diversos lenguajes escénicos para que nutran y amplifique la potencia de esta historia, retomando elementos y símbolos culturales idiosincrásicos (la yerba mate, el mate) ambientando con musicalidades autóctonas como es el chamamé (declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO). Poner en escena la explotación laboral, invisibilizada y mantener viva la cultura del Poriahú, el pobre con sus creencias, las tradiciones y sus santos, entre ellos, Tranquilina un mujer.
